El hecho de que el Festival Presidente haya escogido como representantes de la música urbana a Vakeró, Mozart La Para y a Don Miguelo, debería provocar una lectura entre líneas en los demás intérpretes del género.
Cierto es que esta trilogía representan las máximas figuras de la música urbana, pese a que hay otras de innegable impacto en este momento.
Pero ¿por qué otros, pese a su popularidad, no fueron escogidos?. Sencillamente por su lenguaje destemplado, ofensivo, y su incitación al consumo de estupefacientes, que según ellos les da fama, pero que tienen el rechazo de amplios sectores de la sociedad.
No es verdad que una producción millonaria como esa, que en materia de espectáculos grandes, pone al país en el mapa del mundo, va a servir de plataforma a las barbaridades que algunos cantan.
Y está bien que así sea, porque la misma medida ha sido adoptada en Acroarte y el premio Soberano, de donde se han excluido a los intérpretes que comulgan y promueven los vicios, incitan a la violencia, e irrespetan a las mujeres.
Que se queden con su “dolín”. Hasta que no emprendan una proxilasis mental, moral, en lo que hacen, que se queden en el ghetto, sembrando mariposas y volando lombrices…
